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jueves, 7 de julio de 2011

POR PEDIR QUE NO SEA, EA.

  
   Si el silencio es compartido experimentas algo cercano a la paz. Para escuchar tus pensamientos no hay mejor compañía.
   Hace un siglo la gente sabía disfrutar más de él: pintaban al óleo, practicaban escalas al piano, plasmaban sus inquietudes en diarios, horneaban tartas caseras, hablaban con la Naturaleza de tú a tú. 
   El runrún es ese aliento en la nuca que presientes. Y además le huele la boca.
   Los bilderberg de la vida han trocado nuestras conciencias por electrodomésticos y otro utensilios a pilas. ¿Cuánto tiempo hace que no intentas resolver un origami, que no ideas sombras chinescas o no juegas con tus hijos a representar una obra de teatro?
      La Sociedad del Bienestar es el mayor engaño del siglo XX (bueno eso, los vídeos beta y el transporte Segway). Nos han hecho creer que la soledad es perniciosa y que la Ley del mínimo esfuerzo y la no acción es el mejor invento, el mayor de los tesoros. Y una mierda.
     Un favor os pido: cerrad los ojos e imaginad en qué utilizaríais el tiempo si no hubiera electricidad.  Personalmente elijo una buena lectura bajo la tutela de un árbol centenario. Y al lado de mi mujer.
 Por pedir que no sea, ea.

Javier G. Rey

sábado, 18 de junio de 2011

SABER LLEGAR

   En la época de viajes en la que nos encontramos me asaltaron esta mañana varias frases relacionadas con este tema. "Caminante no hay camino se hace camino al andar", "Lo importante no es llegar al destino, lo importante es hacer el camino". De aquí mi mente me jugó la pasada de proyectarme títulos relacionados con el tema ("El Camino", "Industria y andanzas de Alfanhuí", "La Carretera") o con los clásicos literarios de viajes de Homero a Julio Verne o Javier Reverte, con un especial recuerdo a los señores Lewis (el de Alicia y el otro, el de Narnia), P.J. Barrie, Stevenson o Swift.
   De repente sentí un fogonazo: en alguna parte de mi memoria rescaté una idea que venía destilada de una cita célebre. Lo siento, no la recuerdo literalmente, pero me gustó su significado, porque daba forma a la esencia del ávido lector. La comprendí porque hace tiempo que fui inoculado por este vicio de la letra impresa. Decía algo así como: "El mejor viaje al que uno puede aspirar es el que describe el dedo índice a través de las páginas del diccionario".   Realicé la prueba y redescubrí la atracción a lo desconocido, el sabor de la aventura, pues a cada paso, a cada salto de dedo, no supe con qué persona, animal, cosa o verbo me iba a encontrar. Poco a poco me sentí Teseo en el laberinto del Minotauro, un Dr. Livingstone en El Congo con el machete en ristre retando a los elementos, un Amundsen incombustible contra las inclemencias y la mala suerte.
   El caos en el que se encuentra el orden alfabético en el País del Diccionario es alucinante: mi viaje al destino Tanorexia comenzó con la acción de rellenar la carne o las aves que se van a guisar con trozos de tocino, jamón u otros ingredientes (Mechar), metí espuela y en un batir de hojas fui a parar ante un Tatami que compartía espacio con un monumento megalítico originario de Baleares (Taula). La yema de mi índice pareció olisquear su trofeo, piafó y cobró vida propia como un rabioso corcel negro desbocado: tan pronto se paraba en la conjugación del verbo Tañer como, en un requiebro, se plantaba en el arte de incrustar pequeños trozos de madera, nácar u otros materiales en un objeto de madera para decorarlo (Taracea). Llegó el final de mi viaje y pude dar con la obsesión por tener el cuerpo bronceado.
   Si hubiera utilizado la herramienta Diccionario.exe de mi portátil habría conseguido la definición de Tanorexia en 0.003 sg. La cuestión está clara: no consiste en llegar el primero, sino en saber llegar. Y en ocasiones, detenerse para tomar aire y disfrutar del paisaje.

Javier G. Rey

sábado, 11 de junio de 2011

LOS LIBROS TIENEN ALMA.

¿Os imagináis un libro en el que haya publicidad insertada en cualquier momento donde menos te lo esperas?¡Puaj, qué desagradable! Se me ocurre que no es tan descabellado que fuera con bloques de anuncios así, por huevos, como en Tele 5 o en YouTube. La tecnología la tienen. Y lo primero que se compra con dinero es la ética y el buen gusto.

¿Sabéis de algún ejemplar al que le pudiera ocurrir que no se le pudieran pasar las páginas por alguna razón que escapa a nuestro entendimiento, como si nos compraramos un libro cuyas tapas estuvieran selladas? Yo sí lo conozco. Libros con spam, con drivers específicos, con troyanos y demás escherichias. Tiene varios nombres como El Príncipe de las Tinieblas. Y como Belcebú, es tentador, seductor, poderoso, magnético. Libros que ululan, proyectan vídeos, se iluminan, que hablan con entes escritores. Libros que valoran tus gustos, los archivan, los espían, los utilizan para su conveniencia. Libros de Top Manta, mercado negro, alunizajes y atracos a plena luz del día como a sus hermanos pequeños, los smartphone.

Un libro sin páginas es como una cometa sin viento o un paraguas sin lluvia.


El Lucifer de las letras promete poderes ilimitados. Pero sin alma.

Javier G. Rey

domingo, 15 de mayo de 2011

Do you remember this?


¿Os acordáis de los concursos que hemos organizado en lo que va de año? Os refrescamos la memoria. 

En el concurso ¿POR QUÉ LEES?, Ana María Ruiz Ortiz ganó con este texto:

Me gusta leer porque cuando leo entro en estado de semiinconsciencia.
Y no me acuerdo de que tengo una lavadora por tender y tres por planchar.
Me olvido de que tengo que dejar la comida preparada y de que al día siguiente
mi jornada laboral es de 24 horas ( de las cuáles no cotizo ninguna y solo 3 son renumeradas).
Me gusta leer porque dependiendo del libro que leo pienso:
La suerte que tengo de no haber vivido ninguna guerra (La Caída de los gigantes).
Que mi vida al fin y al cabo no es tan diferente de la de la prota (Los ojos amarillos de los cocodrilos).
Que en lo que me queda de vida tengo que intentar ser lo más buena posible (Maldito Karma).
Que mis hijas son maravillosas (La Cena).
Que ya no tengo 20 años y se me ha olvidado lo que es estar enamorada (Perdona si te Llamo Amor).
Cuando leo aprendo, vivo, siento, padezco, río, lloro, disfruto y siento placer.
Que más se puede pedir!


Mar Polo ganó el concurso ADIÓS, CH Y LL, ADIÓS (cuando se anunció que estas letras desaparecían del diccionario) con este microrrelato:

"En el pueblo de las letras, como en todos los pueblos, había secretos, y como en todos los pueblos, eran secretos a voces. Era así el caso de la pareja Ll, que siendo familia directa cometían incesto la mayor con la menor. También era sabido y aceptado el idilio de Ch, ya que si no iban juntas, C era estridente y h no decía nada, y con su unión mitigaban sus defectos sonoros.
Cierto día llegó al pueblo un llamado Catedrático de la lengua española. Decidió de forma inquisitorial condenar esas uniones por ser, según él, poco ortodoxas.

Utilizó el acoso, el interrogatorio, la tortura, incluso intentó cercenar su unión con su lengua afilada. Pero de nada sirvieron sus esfuerzos, porque necesitaba CHILLAR para hacerse oír, y para eso las necesitaba a ellas".


"DOS ROSES I UN LLIBRE". 
Foto ganadora en Sant Jordi. Autora: Carmen García Adell


El concurso FRASES QUE NO PUEDO DEJAR DE SUBRAYAR lo ganó Ester Font con esta:
"... en un univers d'ambigüitat, aquesta mena de certesa només es presenta un cop a la vida, i mai més, per molts anys que es visqui." ("...en un universo de ambigüedad, esta clase de certeza se presenta una vez en la vida, y nunca más, por muchos años que se viva")
"Los puentes de Madison County", de Robert James Waller.

Y Sandra García Carcelén ganó el concurso RESEÑAS DE ANDAR POR CASA:
BODAS DE SANGRE, de Federico García Lorca

"LEONARDO:
Pájaros de la mañana
por los árboles se quiebran.
La noche se está muriendo
en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro,
donde yo siempre te quiera,
que no me importa la gente,
ni el veneno que nos echa.

NOVIA:
Y yo dormiré a tus pies
para guardar lo que sueñas.
Desnuda, mirando al campo,
como si fuera una perra,
¡porque eso soy! que te miro
y tu hermosura me quema.

LEONARDO:
Se abrasa lumbre con lumbre.
La misma llama pequeña
mata dos espigas juntas
¡Vamos!

NOVIA: ¿Adónde me llevas?

LEONARDO: A donde no puedan ir
estos hombres que nos cercan.
¡Donde yo pueda mirarte!

NOVIA: ¿Oyes?
LEONARDO: Viene gente
NOVIA: ¡Huye!
LEONARDO: Cállate. Ya suben
NOVIA: ¡Vete!
LEONARDO: Silencio. Que no nos sientan
Tú delante. ¡Vamos, digo!

Tenéis que acercaros a esta tragedia, bien leyéndola bien viéndola representada, porque es la historia de una pasión desgarrada. Es una lectura en tensión desde el principio -donde ya se anuncian presagios de muerte, de sangre- hasta el desenlace trágico del final. Comparada en muchos versos con Calderón o con Shakespeare, Lorca pone de manifiesto la fuerza y la pasión y una acumulación de símbolos tal que reconstruye de manera perfecta las piezas de un espejo roto al que asistimos desde la primera escena. Bien podemos congeniar la pasión por la novela negra y la intriga con estos símbolos como el caballo, el agua (negra), el puñal, y la sangre, que anticipan los detalles de una tragedia culminante. La pasión desenfrenada ocupa el sitio que le pertenece: el caballo desenfrenado, la rivalidad de la sangre, los cuchillos, la muerte.

Una boda que no deja a nadie indiferente, y menos a la novia y a Leonardo".
 
¿Chulo, verdad? No os preocupéis, que vendrán más concursos de este estilo. Ya nos vais conociendo y sabéis que nos gusta enredar con estos juegos creativos.



jueves, 12 de mayo de 2011

Narcisismo

En Sitges DC (Distrito Cultural) nos explayamos a gusto hablando de nosotros mismos. Se llama narcisismo.

narcisismo.

1. m. Manía propia del narciso.

2. m. Excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras.

Es que siete años son muchas horas de esfuerzo invertidas. Por eso queremos compartir la entrevista con vosotros.

http://sitgesdc.blogspot.com/2011/04/libreria-la-tramontana-nuevas.html

martes, 10 de mayo de 2011

¿EL TAMAÑO IMPORTA?

   A veces se te mete en el ojo como una pestaña y con un tibio soplo se va como ha venido; otras aparece como un dedo en el ojo y las menos como un puñetazo que se te quita a los días con un buen bistec sanguinolento a modo de apósito. Sin embargo existen días en los que los descubres como a un amor platónico entre el prójimo. Y te sobresaltas, te animas. Presientes su llamada al pasar a su lado, una mano invisible -como una melodía, un aroma o una luz que camina- te agarra firmemente de la barbilla y te dirige irremisiblemente a caer rendido a sus pies. No puedes bajar la mirada. Has caído en sus redes.

   Estoy hablando de los títulos de los libros: esa carta de presentación, ese nombre y apellidos, esa esencia redonda que engloba el total de una obra. Más importantes de lo que parecen a simple vista. Me consta que hay profesionales especializados en encontrar el adecuado. Auténticos zahoríes de las palabras, buscadores de oro en los territorios yermos de las extensas llanuras de las páginas. Si no que se lo digan a la estela de thrillers religioso-históricos que, lejos de apurarse en el evidente oportunismo del momento "Dan Brown" tratando tramas similares, llegaron a titular con un descaro que rayaba el insulto, siguiendo literalmente a "El Código Da Vinci": artículo definido+sustantivo misterioso+ personaje célebre; ejemplos: "EL ENIGMA VIVALDI", "LA SOMBRA DE POE", "EL MISTERIO VELÁZQUEZ". "EL SECRETO DE PICASSO". Otro caso de plagio del tipo éxito de ventas= especialización en tema + título "marca de la casa" lo trajo de la mano Stephanie Meyer y su célebre tetralogía "CREPÚSCULO". Y de nuevo, ejemplos: amores adolescentes imposibles sobrenaturales como "ETERNIDAD", "OSCUROS", "ADICCIÓN", "COLMILLOS"

   La última tendencia de best seller se la debemos al filósofo nonagenario Stephan Hessel y a su criatura "INDIGNAOS". Tema: manifiesto agitador contra la pasividad generalizada de la sociedad ante el mundo. Título: un grito, una orden, una llamada, una súplica. Sus primeros "hijitos": "REACCIONA" y "COOPERA".

   Lo paradójico de los títulos es que los catalogados de "raros" por su extrema longitud o por el mensaje extraño que transmiten funcionan bien como gancho para el gran público: "LO MEJOR QUE LE PUEDE PASAR A UN CRUASÁN", "EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE", "LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE GASOLINA", "LOS OJOS AMARILLOS DE LOS COCODRILOS".

   De un tiempo a esta parte, he observado que vuelven a estar de moda mis preferidos: los títulos cortos. Rotundos, firmes, únicos, perfectos. Para mí los más complicados. Son como píldoras concentradas o microchips donde se resume la intención y el significado de la obra que representan. Ejemplos, sí, cómo no: "PURGA", "DERRUMBE", "DELIRIO", "LA CENA", "LA CARTA", "LA OFENSA", "EL BAILE". "LA GAVIOTA". Acabo de recordar los best sellers "EL OCHO" y "EL MÉDICO", los clásicos "EL PROCESO", "EL PRINCIPITO", "MOMO", las recomendables "CATERVA", "IMPRIMATUR" y "AFRICANUS", la enorme "LOS MISERABLES" y la magistral "LA REGENTA".

   Para que luego digan que el tamaño importa.

   Javier G. Rey

martes, 3 de mayo de 2011

ESCRIBUJAR = JUGAR A ESCRIBIR (I): La cama de mis desvelos

Durante mi infancia mis padres eran tan pobres que lo único que tenían en abundancia eran hijos: ocho para ser exactos. Ninguno de nosotros entendía por qué llegamos a ser tantos si luego no había carne para todos; pero esa es otra historia.
En casa todo era escaso y por eso sólo disponíamos de dos camas en las que nos dividíamos de cuatro en cuatro. Mis padres dormían sobre mantas junto a la lumbre a la espera de encontrar un tercer colchón.
A mí me tocó la cama de los mayores, justo en la que ya no se jugaba. Yo hubiera preferido aguantar a los pequeños, aunque mojaran las sábanas, antes que soportar a Antonio, el primogénito, soñando con la vecina de enfrente y tocándose cuando nos creía dormidos. O a las gemelas, unas beatas remilgadas, que evitaban cualquier roce a patadas.
Me pasé la infancia llorando por las noches, descoyuntándome la espalda en posturas imposibles y deseando ir a la otra cama. Eso marcó mi carácter y desde entonces vivo, cómo decirlo, desubicado, como de paso por cualquier situación. Y solo, pues no hay mujer que soporte esta manía mía de dormir en el suelo hasta que encuentre la cama perfecta. Llevo compradas cuarenta y tres, porque ninguna me convence.

Rosa María García