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jueves, 30 de diciembre de 2010

Feliz 2011

A quienes leen novela negra, histórica y romántica;
a quienes leen poesía, teatro, premios y novela gráfica;
a quienes leen libros de crecimiento personal, infantiles ilustrados, de divulgación, de gastronomía y biografías;
a quienes compran diccionarios, cursos de inglés, francés, alemán, italiano, catalán y español para extranjeros;
a quienes acercan a sus hijos al mundo de los cuentos, de los libros con sonidos, de tacto, a los pop up y con olores, con ventanas y pegatinas;
a quienes releen y vuelven de vez en cuando a los clásicos;
a quienes no tienen tiempo para leer y eligen libros de fotografías, de humor, cómic, de manualidades;
a quienes les gusta el formato de bolsillo porque pesa poco, y a los que prefieren la tapa dura porque se estropea menos;
a quienes devoran trilogías romanas y sagas vampíricas;
a quienes se dejan aconsejar sin miedo;
a quienes no les gusta leer y, sin embargo, regalan libros.
A ti, que lees y das sentido a la librería La Tramontana...
FELIZ 2011. Brindamos por ti

                                                 Javier García y Rosa María García

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mamá, papá, ¿los Reyes Magos leen?

Imagen propiedad de La Tramontana
Ando dándole vueltas a la respuesta que debería dar a mi hijo en el caso de que me pregunte si los Reyes Magos leen. Si le digo que no, estaré tirando piedras sobre mi propio tejado, ustedes ya me entienden. Pero si le digo que sí el niño me mirará ojiplático y me acusará de mentirle. Y con razón, porque si los Reyes Magos leyeran se anunciarían libros como se anuncian juguetes. Y no ocurre así ni en la televisión ni en los espectaculares catálogos de las jugueterías.

Sería estupendo ver libros como el DIARIO DE PULGARCITO, RECETAS DE LLUVIA Y AZÚCAR o el LIBRO DE LA FANTASÍA, por citar los que tengo más a mano, intercalados entre los anuncios de la Barbie Casa Glam, el Mega Volcán de los Gormiti y todos los accesorios de la Wii. Lo digo porque me duelen los ojos de leer cuán beneficiosa es la lectura para los niños: para mejorar sus capacidades lingüísticas y potenciar la atención, para favorecer el desarrollo, despertar la imaginación y el espíritu crítico... Bla, bla, bla. Los niños ven acercarse el momento más mágico del año y difícilmente les llegan referencias sobre libros, así que en el "me lo pido" nunca están incluídos los libros.

Suerte que los padres y los abuelos reservamos todos los años un hueco más o menos importante en la Carta a sus Majestades para que nunca falten libros entre los regalos que llegan de Oriente. Si tienen a mano las cartas de sus hijos incluyan, por favor, una postdata a Melchor, Gaspar y Baltasar para que ensanche las entendederas de todo aquel que tiene en su mano solucionar este problema. Ojalá en 2011 podamos ver libro puzzles, libros con pegatinas, los cuentos clásicos, los ilustrados, los de hadas, de manualidades, libros de magia, de adivinanzas, de chistes, de tacto, con olores, musicales y los pop up, de Bob Esponja, Dora la Exploradora, Pocoyó y Caillou... anunciados en televisión.


Rosa María García


martes, 7 de diciembre de 2010

Chin-chin

A veces las modas sirven para algo provechoso. Es el caso de la buena corriente que se ha generado en pequeñas grandes editoriales publicando valores seguros. Sacan al mercado textos inéditos o casi olvidados de los maestros de la Literatura Universal, adornándolos de extras, con cuidadas ediciones de tapa dura y bellas ilustraciones en su interior. Parece como si quisieran desprender esa capa de moho, telaraña y polvo que acompaña en el imaginario colectivo a un buen clásico. Es una manita de pintura, un tuneado para captar inocentes corderillos lectores que no han tenido la suerte de conocer a los grandes hasta el momento.   

Algunos ejemplos son:

- "LOS PAÍSES DE COLORES" de Chesterton (Ed. Valdemar/19€)
-"LAS BATALLAS PERDIDAS" de Eudora Welty (Ed. Impedimenta/ 28€)
-"MUJERES LO BASTANTE RICAS" de Honoré de Balzac (Ed.Periférica/ 13.50)
-"ESCALADA" de Ludwig Hohl (Ed. Minúscula/ 12€)
-"EN LA JUNGLA" de Rudyard Kipling(Ed. Olañeta /7€)
-" LOS DIARIOS DE ADÁN Y EVA" (Ed. Libros del Zorro Rojo/ 18.90€)

Mentes avezadas han bajado a la bodega de los buenos caldos y han pasado el plumero a los reservas de las letras.

Brindo por ello.
Javier G. Rey

Nuestro deseo para 2011: SÉ FELIZ

lunes, 6 de diciembre de 2010

¿Apasionados de la lectura?

Hojeando una revista especializada en libros me he topado con el anuncio que SONY ha elegido para publicitar su Reader. Junto al eslogan "Apasionados de la lectura" aparece esta foto:
                                                             


Como acabo de leer los SEIS ENIGMAS PARA SHERLOCK HOLMES, de Arthur Conan Doyle (editado por Navona), emulando al famoso detective he tardado menos de tres segundos en averiguar el error de tal anuncio. Mírenlo bien, por favor.

La interpretación que yo hago es que en SONY no les gusta leer. De otro modo no se entiende que en contraposición a ese atractivo, sonriente y jovial hombre que sujeta el Reader, aparezca otro hombre (tampoco está mal el chico, oye, pero quizá menos) con cara circunspecta, tristona diría yo, vestido con colores oscuros que sujeta con las dos manos una pila de libros. 

Digo esto porque antes de ser librera era devoradora de libros (sigo siéndolo, conste) y, por ende, compradora compulsiva de ellos; así que puedo asegurar y aseguro que un "apasionado de la lectura" no llevaría esa cara de funeral; muy al contrario, estaría feliz como una perdiz por poder comprarse nada menos que trece libros y, de camino a la caja (es de suponer que va hacia ella, porque no lleva bolsas) iría radiante pensando en la de horas que tiene por delante para disfrutar de la lectura. Eso sí es pasión.

Conclusión: el chico de cara triste es un librero. Lo voy a corroborar con los colegas del gremio, pero tiene toda la pinta de que anda recogiendo los libros que han quedado descolocados. 


Rosa María García

lunes, 29 de noviembre de 2010

La Cueva

La diseñadora Sakura Adachi ha sacado al mercado The Cave (La Cueva), una librería a la vieja usanza, es decir, con distintas baldas para colocar los libros, que –y aquí está la novedad- lleva incorporado un espacio donde sentarse a leer. Es preferible que vean ustedes la foto, porque por mucho que lo explique…




Es una lástima que no disponga ahora mismo de 5.250€, que es lo que cuesta el capricho, porque tengan por seguro que me lo compraría. Lo digo en serio. Me gusta la idea de que en un portal como el de http://www.decoraymas.com/, que trabaja con lo último de lo último en tendencias de decoración, haya un hueco para The Cave, ahora que todo el mundo grita “el fin del mundo” para el libro. Además, el diseño es divino, no me digan que no.


Rosa María García


sábado, 6 de noviembre de 2010

Un bombón de chocolate

Sólo los amantes de los libros pueden entender el placer que da comenzar a leer uno y comprobar en sus primeras páginas (párrafos en ocasiones; primera frase cuando te topas con genialidades) lo acertado de tu elección. Cuando me ocurre eso, releo varias veces, y con detenimiento casi parvulario, la primera página, mientras pienso que me queda todo el libro por delante para disfrutarlo.

Me volvió a ocurrir ayer con LA CARTA, de Sarah Blake (RBA); un libro que me atrajo por el llamamiento que hacían en alguno de foros especializados, no recuerdo cuál, a quienes les hubiera gustado LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA DE GUERNSEY, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows. Y claro, LA SOCIEDAD… resultó para mí como encontrar un bombón de chocolate negro dentro de una caja decorada con ilustraciones de Benjamín Lacombe (permítanme que aproveche que esta semana nos ha dejado sin aliento con sus CUENTOS SILENCIOSOS): un placer al cuadrado. Así que no me hizo falta más para abrir LA CARTA. Y ahí estoy, satisfecha de nuevo con la elección.

Es imposible que no me guste un libro que en sus, más o menos, cien primeras líneas (tres, cuatro primeras páginas) dice cosas como estas:

“Hace tiempo creía que, si podían elegir, las personas se volverían hacia la bondad como lo harían hacia la luz”.
O:
“Todas las historias –de amor o de guerra- se basan en alguien que miró a la izquierda cuando debería haber mirado a la derecha”.
Y:
“Todo empezó, como sucede a menudo, con una mujer que quería poner orden en su vida”.

Me quedan unas 375 páginas más.



Rosa María García



jueves, 14 de octubre de 2010

La caja de Pandora

Hay libros que dan pavor. La cena es uno de ellos. Herman Koch pone ante el lector un tema tan peliagudo que, pasado un centenar de páginas, dan ganas de colocarlo muy despacio en una estantería, en la confianza de que no se abra jamás la caja de Pandora.

No destriparé el quid de la cuestión; un quid al que ustedes y yo asistimos en su momento como espectadores televisivos (recuerdo perfectamente qué le dije a mi marido al respecto). Sólo escribo los pensamientos que me rondan en estos días, mientras voy leyendo un libro que encoge el corazón especialmente de quienes tienen hijos. Porque todos queremos que no le ocurra nada malo a nuestro hijo. Es ley de vida desearlo. Pero, ¿qué ocurre cuando te enteras de que tu hijo ha hecho algo terrible, abominable, vomitivo, deleznable? Esa es la pregunta. Y a partir de ahí la cabeza se llena de dudas: ¿prefiero que mi hijo sea un líder o un sumiso? ¿Un matón de patio o un débil solitario? ¿Al que pegan o quien pega? ¿Cómo se puede evitar que un hijo, tú hijo, se convierta en un monstruo? ¿O por ser tu hijo nunca verás en él a un monstruo?

“Me miró –dice Paul, el padre-. En sus ojos vi lo que llevaba viendo toda la vida. Pero también algo que preferiría no haber visto”.

Hay también libros, como La cena, que requieren comentarlos en una sobremesa con amigos para, entre todos, encontrar la manera de tener bien amarrado el miedo. Eso haré cuando lo termine.


Rosa María García



 * La cena está publicado por la editorial Salamandra.

martes, 12 de octubre de 2010

Una imagen

Buscando el cuento de La siesta de los martes para mis labores talleriles (permítanme inventar palabras, que es un bonito y entretenido juego), releí, anotado en el margen inferior con mi letra, que para escribir este relato Gabriel García Márquez partió de la visión de una mujer y una niña vestidas de negro y con un paraguas también negro, caminando bajo un sol de justicia por un pueblo desierto.

Y esto me recordó que en las últimas semanas he leído más sobre la imagen como germen de una historia. La primera de ellas a Almudena Grandes que en una de las innumerables entrevistas promocionales de su última novela, explicaba que siempre escribía a partir de una imagen: en el caso de Inés y la alegría fue una mujer montada a caballo llevando una sombrerera repleta de rosquillas. También el director de cine Fernando León de Aranoa con motivo del estreno de su última película, publicó en El País un artículo titulado Flores para Amador en el que confesaba que la imagen de una chica sentada en el autobús cargada de flores y mirando al cielo fue el desencadenante de la historia.

La imagen es a la historia como las tan trilladas mariposas en el estómago en el amor. Imagino una punzada, un chasquido, un mareo incluso, cuando te topas con una imagen que hace que tu cabeza comience a maquinar una historia a velocidad ultrasónica. Lo explicó ya hace tiempo mejor que yo Patricia Highsmith en Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga. Decía que en todo hay gérmenes de una idea. “Lo importante es reconocerlos cuando se presentan. Yo los reconozco gracias a cierta excitación que siento en seguida”. De la imagen al papel hay un proceso especial reservado a los escritores, que tienen un desarrollado olfato, una sensibilidad a flor de piel y muchas horas de oficio, es evidente. Todos podemos juntar letras, pero sólo unos pocos hacen magia.


Rosa María García

lunes, 4 de octubre de 2010

Escritura en vivo y en directo

Parece ser que desembarca con fuerza entre nosotros el fenómeno del Jam de Escritura. No pasa nada si no saben de qué hablo; yo tampoco lo sabía hasta que llamó mi atención. El Jam de Escritura, en roman paladino, es ni más ni menos que escritura en directo, un evento multidisciplinario, "performante" dicen algunos (pese a que en el diccionario de la Real Academia de la Lengua no aparezca esa palabra), en el que intervienen uno o varios autores, una grupo de espectadores-lectores y un dj encargado de amenizar la velada con música elegida para la ocasión. Divino, ¿no?

Se me ocurre que en este acto hay que poner muchas cartas sobre la mesa, principalmente el buen hacer del autor que, con muchas agallas, se pone delante de un nutrido grupo de personas dispuesto a ser testigo de la improvisación de un texto. Y, no menos importante, el respeto de los lectores que, con ese punto de voyeurismo, asisten al acto de creación de una obra, hasta ahora vetado.

La idea, argentina, claro, de dónde si no, tiene muy buena pinta y México, Tokio y Barcelona comienzan a experimentar con ella. Quedar un viernes noche a tomar un copa mientras participas de una Jam de Escritura me parece muy enriquecedor como alternativa cultural, aunque prefiero -no encuentro comparación, de hecho- la intimidad del escritor para crear y la del lector para acercarse a los libros. Hay cosas que hay que hacerlas en solitario.



Rosa María García




NOTA: El próximo día 7 de octubre la Jam de Escritura llega a Barcelona de la mano de MEGUSTAESCRIBIR.COM.  Javier Calvo y Patricio Pron serán los autores que llevarán a cabo la improvisación de escritura en vivo y en directo en el Café – Galería de Arte Cosmo. La cita es a las 19h30 y la musicalizará el DJ Nicenoise.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Club de Lectura LA TRAMONTANA



Es lo que tienen los días de asueto: que te da por pensar y terminas organizando un club de lectura: el Club de Lectura La Tramontana. ¿Otro?, se preguntarán ustedes (yo hubiera preguntado lo mismo, pese a ser una pregunta retórica). Sí, otro. Hay cosas que no por abundantes, pierden su valía. Como los besos. Como los libros.

“El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo para vivir. ¿Quién tiene tiempo de estar enamorado? Pero ¿se ha visto alguna vez que un enamorado no encuentre tiempo para amar? La lectura es como el amor, una manera de ser. El problema es si me regalo o no la dicha de ser lector”
(Daniel Pennac)

Los Clubes de Lectura me parecen románticos, no de sensibleros y ñoños, sino tal y como surgió el Romanticismo, como potenciadores de la fantasía y el sentimiento. Tan romántico como hacer conservas (los huertos urbanos están motivando de nuevo esta práctica), bordar las iniciales de un nombre en la tela (así se siguen cosiendo las bolsas y batas en la etapa infantil) o pasear por la orilla del mar (se paga dinero por ello para disfrutarlo en vacaciones).

Hay miles de Clubes de Lectura repartidos por el mundo. La fórmula es sencilla, no tiene ningún misterio: un grupo de personas que comparten periódicamente sus impresiones sobre un libro. Claro, ese es el encanto. En tardes de lluvia hemos tenido en la librería charlas jugosísimas con clientes que, sin conocerse, han terminado debatiendo sobre autores recién descubiertos. Porque en torno a un libro, siempre hay alguien dispuesto a charlar sobre él. Y porque pese a la saturación informativa y el estrés diario, siempre hay alguien también dispuesto a buscar y encontrar un hueco para dedicar a un libro. ¿Para qué leer?, le preguntaron a Emili Teixidor. Para vivir más, respondió. No se puede decir más en menos sobre este tema, creo yo.

Así que, allá vamos. Siguiendo con imágenes románticas, desde La Tramontana lanzamos el guante. A ver quién lo recoge.

Rosa María García


viernes, 24 de septiembre de 2010

Leer para desaparecer dentro


   Con la salida a las librerías de los gigantes en ventas siempre sucede lo mismo: aparecen las voces discordantes y feroces despellejando -casi siempre sin conocimiento de causa- el título de la temporada. Y encima se pone de moda entre los profesionales del sector, alguno de ellos incluso libreros. A mí Schopenhauer no me da de comer y Rilke tampoco. Por supuesto que debo tener entre mis volúmenes a estos maestros; pero no olvidemos que ser librero, además de una vocación y un sueño es, y en parte no poco importante, una profesión con la que ganarse la vida. La gente no es tan tonta como nos quieren hacer creer -que se lo digan a Planeta con Ruiz Zafón y su precuela "El Juego del Ángel" (no tardaron ni 6 meses en sacarlo de bolsillo). Me han molestado siempre las etiquetas, eufemismos de prejuicios y atajos del pensamiento que ahorran analizar un hecho o una obra. Las generalidades me agotan por lo que tienen de simple y por el tufillo clasista que desprenden. Para bien o para mal nadie tiene derecho a juzgarte por lo que lees. De los libros siempre se saca algo positivo. Leer es una comunicación entre el escritor y el lector. Cada una de estas dos partes tiene la responsabilidad de entenderse. A nadie más le incumbe esta relación. Porque las lecturas están para eso: para desaparecer dentro. Y lo demás son complejos.  A veces se aprende, otras te entretiene, te estimula o te evade. Y si no, pruebas con otro. Será por títulos y variedad de temas. Por haber hay hasta libros para los que no leen (de cocina, de fotos, de motos, de humor, ilustrados, de arte, cómics). De la misma manera que no en cualquier momento te apetece ver una de Woody Allen o zamparte una mariscada, no tiene uno por qué anteponer a Borges, Kafka o Tolstoi en sus lecturas. No sólo de solomillo de buey a la piedra vive el hombre. Hay días que prefieres una Big Mac con patatas.

   Está claro que existen unos cánones y unas normas básicas de ortografía, unos principios de estilo, arquitecturas del lenguaje y andamios varios. El error consiste en equivocar de qué se está hablando. Hay que priorizar: lo primero, ante todo, sobre todas las cosas y más importante es adquirir el hábito de la lectura.

   Somos lo que leemos. Si no leemos, no somos.


   Javier García

sábado, 18 de septiembre de 2010

Piezas de artesanía

   Acaban de irrumpir sobre la mesa de novedades algunos títulos con un tema en común: la diferencia. Destacan "LA HISTORIA DE EDWARD SAWTELLE", "LA MUJER QUE BUCEÓ DENTRO DEL CORAZÓN DEL MUNDO" y "ALONDRA Y TERMITA". Son relatos que reflejan la lucha por la libertad y el derecho de ser uno mismo: historias contra la incomprensión y la intolerancia; protagonistas infantiles marginados, fuera del sistema, apartados por el miedo a lo desconocido, a ser distinto, a pertenecer a un minúsculo club del que nadie sueña con ser miembro. No se trata de personas exclusivas sino excluídas; no se les considera selectas sino seleccionadas por no actuar como dicta la norma, por huir del patrón establecido. Gente que no utiliza eufemismos, que ve cosas que otros no ven y viceversa. Aparecen a su alrededor muros de indiferencia, cortafuegos ante el peligro de tomar contacto con individuos tan distanciados del humor general, del buen gusto estándar. Como si contagiaran su manera de ser y de vivir y eso fuera, más que malo, detestable, execrable y abyecto.

   La literatura les contradice y suelen salir de sus experiencias obras inolvidables como "DR JEKYLL Y MR HYDE", "LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE", "EL JOROBADO DE NOTRE DAME", "LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS" y los más actuales "EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE", "LA SOLEDAD DE LOS NÚMEROS PRIMOS", "MAL DE PIEDRAS" y "EL INFORME DE BRODECK". Baste recordar personajes entrañables como Jack de "LOS PILARES DE LA TIERRA", Lisbeth de la trilogía "MILLENIUM" o el genial Ignatius J. Really de "LA CONJURA DE LOS NECIOS" para verles como piezas únicas, de artesanía, de coleccionista.

Javier García

viernes, 17 de septiembre de 2010

Residencias para escritores

Me gustaría formar parte de "la mafia de Mont Noir". Eso diría mucho de mí; que soy escritora, para empezar. (Suspiro y me explico)
Leo en el último número de la revista Qué Leer* que existen residencias para escritores en las que, con los gastos pagados e incluso cobrando por la estancia, un escritor se pasa una temporada en una casa aislada, en medio de un paraje idílico, dedicándose a escribir. Sí, sí. Lo han disfrutado ya Antonio Soler, Carlos Ruiz Zafón, José Luis de Juan, Jordi Puntí, Andrés Barba, por citar algunos; y Jesús Ferrero el próximo mes.  
Como imaginarán, no hablamos de cualquier casa; hablamos de la Villa Marguerite Yourcenar, conocida popularmente como Mont Noir por el enclave en el que se encuentra, en el corazón de los montes de Flandes. O Santa Maddalena, en plena Toscana; no me extraña que Jordi Puntí terminara de escribir allí su exitosa Maletas Perdidas.
Tan solo en Francia existe una sesentena de estas residencias. Pero está Villa Waldberta, en Munich, Wiepersdorf Schloss en Berlín, el Dickinson College de Pensilvania, Villa Aurora en Los Ángeles.
Y en España, está...
En España tenemos...
Coño, no tenemos nada de esto en España.
No digo más.


Rosa María García



* Casas de inspiración, Texto de Clara de Cominges. Número 157 revista Qué Leer.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El queso del cepo

   Siempre me he preguntado si hay algún factor determinante que sobresalga por encima de los otros a la hora de elegir un libro. La respuesta es, como en todo debate sí pero no, ni blanco ni negro, algo de esto y algo de lo otro, depende y según. Si mañana sale el último de García Márquez, de Umberto Eco, de Almudena Grandes, Stephanie Meyer o de Ken Follet lo compramos a ojos cerrados sin importarnos la imagen de la portada, el sello editorial o el formato. Ni tan siquiera nos fijamos en el precio. Con cada novedad de la editorial Atalanta, Impedimenta o Libros del Asteroide no tengo dudas: sé que es buena. A veces no hay discusión si una obra aparece en bolsillo, "es que con el precio del grande me compro tres de bolsillo", en cambio si lo quieren para regalar o darse el gustazo piden el de tapa dura con guardas e ilustraciones en su interior.

   Si es vital para un librero encontrar el truquillo de qué pedir tampoco es moco de pavo el cuánto, pues en el ritmo de vida que llevamos se exige la inmediatez. Lo idóneo es aquí y ahora. No vale mañana cuánto menos la semana que viene. Como decía mi jefa Sonsoles, con una amplia experiencia en botica. "Javier, en el contaje y en el pesaje está el negocio". De unos años para acá, y cada vez más, noto con preocupación que existe un factor que destaca de los otros anteriormente citados: lo que vende mucho es el éxito de ventas. De ahí la importancia de las listas de LOS MÁS VENDIDOS de los culturales de la prensa y de revistas especializadas. Los números de ejemplares y/o ediciones remarcados en las vitolas de las reimpresiones hacen su trabajo. Soy de los incrédulos en el rigor de las encuestas y los índices del Nielsen, empresa auditora que, entre otros, se encarga de facilitar los "shares" de letra impresa. ¿Quién se va a molestar en desdecir o comprobar lo cierto de sus ratios?. No importa, el hecho es que vende pues se tiende a pensar "por algo será". La calidad no es incompatible con la cantidad, pero lo cierto es que es una fórmula poco frecuente. Y es que es tan humano querer apostar a caballo ganador que más de uno cae sin remedio y se come el queso del cepo.

Javier García

martes, 14 de septiembre de 2010

Tenedores, cucharas y libros

Dice Álvaro Sobrino en un artículo en Trama&Textura* que en la mayoría de los hogares hay más libros que tenedores y cucharas. Y como tengo tendencia a quedarme colgada de determinadas imágenes (de ahí que me gusten los cuentos, los microcuentos, esos chispazos que te tiran hacia un cuaderno para anotar lo primero que se te pasa por la cabeza, las servilletas de papel emborronadas de palabras, en fin, ya sabéis), llevo desde anoche dándole vueltas a esto de los tenedores, las cucharas y los libros. Me encanta esa imagen.
Y empiezo a tirar del hilo y fantaseo con la imposibilidad de convivencia de todos en una misma casa; y que por cada libro que entra tiene que salir un tenedor o una cuchara, macho o hembra, lo que más rabia te dé. Ante esa dicotomía, lo tengo claro: yo terminaría comiendo con las manos.

Rosa María García



*Somos lo que leemos, artículo de Álvaro Sobrino en el número 5 de la Revista Trama&Texturas.

sábado, 4 de septiembre de 2010

La chica del violonchelo

   Esta mañana dando de alta la novedad del andorrano Albert Villaró he comprobado pasmado cuánto han cambiado la ilustración de la cubierta que tenían preparada en un principio. Han pasado del óleo a la fotografía. Sustituyeron una mano masculina refinada acariciando un laúd por una adolescente actual en pleno éxtasis interpretando una melodía con su violonchelo. Me he imaginado a los publicistas convenciendo a los editores del imán erótico festivo que supone una joven con un mamotreto curvilíneo robusto entre sus piernas mientras ella dócilmente con la diestra sube y baja, baja y sube el arco arrancando graves casi guturales al instrumento.


   Y esta mañana pensé en lo injusto que es nuestro sistema premiando a los que más tienen (Corte Inglés, Abacus y demás franquicias) con más descuentos de compra, regalitos, publicidad y promociones 2x1.  Llegan incluso a favorecerles con el alquiler de “puntos calientes”, ya saben, pactos en los que a cambio de exponer su producto- en este caso son libros aunque los traten como chorizos o destornilladores-, en sitios estratégicos de venta bien estudiados como a la altura de los ojos, cerca de la puerta o sobre el mostrador reciben un montante extra. Algo parecido a los futbolistas que comen por la gorra en los asadores o los famosetes del corazón que beben gratis en las discotecas. Idéntica filosofía: dar más, aún más, al que menos lo necesita y explotar o sacar rentabilidad a los que viven con el sudor de su frente.

   Y seguí martirizándome con mi mente en los centros comerciales de luces blancas de sonrisa profident de vendedor de enciclopedias; pensé en qué mal funciona esta sociedad en la que prima la cantidad por encima del concepto calidez (=calidad) de toda librería “de autor” cocinada a base de servicio al cliente, conocimientos, conversación. Y de aquí encadené con lo que contaba al principio: las portadas. Se lleva lo fácil, lo rápido, lo intuitivo. Claro, a falta de comunicación hay que currárselo con lo que más rápido entre en la cabeza: la imagen. Busca al personal del departamento de libros de un Mega Store y cuando lo encuentres intenta mantener una conversación relajada sobre gustos literarios. Lo máximo que te dirá es “pues aquí en la base de datos no sale” o “si está aquí pone que lo encontrará por el estante de ahí abajo”.

   Lo dicho, cuando a un usuario habitual de almacén de cosas donde se encuentran best-sellers le preguntes qué es en lo primero que se fija de un libro, puede decirte que es en la editorial de confianza, su autor fetiche, la fecha de primera edición o el traductor si lo hubiera. Jamás te dirá la verdad, en el culo y las tetas de la chica del violonchelo.

Javier García

jueves, 2 de septiembre de 2010

Nadie acabará con los libros

Existe un grupo en la red social Facebook que se llama ¡Por el libro tradicional! ¡Di no al Ebook! (no he buscado el contrario. Me daría rabia encontrar más seguidores que aquel), y en su declaración de intenciones se lee:
Por el olor de los libros, por el tacto de las hojas, por los marcapáginas, por las sobrecubiertas, por las solapas, por pasar las páginas con el dedo, por los que doblan las esquinas de las hojas, por los que subrayan frases con un lapicero, por los libros con errores de imprenta; por el trabajo de editores, impresores y libreros; por las bibliotecas públicas, privadas y personales; y, sobre todo, por los libros que de forma tan bonita y amable decoran nuestras estanterías y lo único que nos piden a cambio es que los hojeemos de vez en cuando.
Muy bien dicho. Y encuentro por casualidad este grupo después de que en la revista Qué-Leer la escritora Elisabeth Kostova (autora de LA HISTORIADORA y en promoción de su última novela EL RAPTO DEL CISNE) afirme que
...la llegada de la generalización de la lectura electrónica únicamente hará que artefactos como bolígrafo, papel y libros impresos, precisamente por haberse convertido en cachivaches históricos, parezcan aún más mágicos a las generaciones venideras.
Me alegra enormentente que, de vez en cuando, podamos leer y escuchar estos planteamientos como contrapunto a la ferocidad de la campaña del libro electrónico (una expresión que me sigue chirriando tanto como si encontrara en un párrafo "verano gélido" o "tórrido invierno")

Las palabras de Kostova me llevan, era irremediable, a Umberto Eco. Y repito como un mantra:

El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor


Y abro NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS y cada una de sus páginas me reconforta. No es que niegue la evolución; es más, me parece interesante y útil la convivencia de ambos formatos. Es que no soporto la mirada perversa de quienes, con mala baba (hay con los que es agradable hablar de este tema. Me refiero a los malos de solemnidad) te preguntan: "Y lo de los libros electrónicos esos, ¿qué? Jodida la cosa, ¿no?"

Pues ya veremos.

RMG

martes, 31 de agosto de 2010

¡UY QUÉ NERVIOS QUE ACABA DE VENIR EL ÚLTIMO DE ALMUDENA GRANDES!

   Pues sí, acaban de traernos los de Tusquets el arsenal de ejemplares de "INÉS Y LA ALEGRÍA". ¡Ojito!no confundir como yo con el de Isabel Allende, "INÉS DEL ALMA MÍA". Cuando esta mañana vino Jordi, el repartidor, y clavé los ojos en el albarán de entrega se me aceleró el pulso pues no lo esperaba tan temprano (me refiero al título en cuestión no al mozo). He de confesar que no esperé a coger unas tijeras para romper el precinto de las cajas que atesoraban el preciado y esperado título de la madrileña. Rasgué el embalaje con las manos convertidas en garras ansiosas (mi segunda y definitiva opción suele ser la dentellada seca y caliente). Y es que, después de lo alto que dejó el listón con su anterior obra "CORAZÓN HELADO" me muero de ganas de perderme en su nueva historia de amor. Los personajes de Almudena tan enérgicos, tan resueltos, tan cercanos y tan atrevidos son héroes de la calle como podríamos ser tú o yo. Creo que esa es una parte de su éxito con el público. Cuenta historias maravillosas de las cuales podríamos ser protagonistas un día de éstos, anda mira tú. 

   Es un libro de esos que te dejan clavado en cuanto lo abres. Ya me tiene secuestrado en su mundo de pasiones latentes y encuentros clandestinos. De vuelta a casa casi me paso de estación de tren. Mi mente estaba en un verano del 39 con unos jóvenes enamorados del PCE en las calles de Toulousse...

Javier

Y sentí un flechazo con Ramiro Pinilla

A través de LAS CIEGAS HORMIGAS (Tusquets Editores) conocí hace poco a Ramiro Pinilla. Y me enamoré. Fue un flechazo de los grandes. Por eso ahora estoy con la que dicen es su obra capital: la trilogía VERDES VALLES, COLINAS ROJAS (Tusquets Editores). Voy muy lenta en la lectura (además de que este peregrinar del Club de Amigos del Facebook al blog y de éste a la web, no ayuda), porque a Pinilla hay que leerle como se bienenseña a comer a los niños: masticando veinte veces cada bocado. Me habían avisado de la tristeza que rezuma la prosa de Pinilla. Y pensé: "nunca lo será tanto como Phillipe Claudel". Afortunadamente no lo consideré excusa suficiente. Pero es verdad que es triste y muy proustiano en sus descripciones. Por eso hay que dedicarle mucho tiempo.

En ello estoy. Con el primero de los tres libros: LA TIERRA CONVULSA, metida de lleno en el corazón de Getxo, admirada de su realismo mágico (no sólo de García Márquez vive el lector)y del realismo heavy de las minas que devoran hombres y los primeros pasos socialistas por salvarles de esas garras. Tremenda la lucha. Y el amor.

Cada vez que abro el libro, releo como una tonta este pasaje de la página 275:

"Vuelvo junto a Isidora. La beso en la cara, para ver si despierta, pero no. ¿Cómo va a cenar si no despierta? Y si no despierta, mi hijo tampoco cenará, aunque esté despierto.
-Isidora -digo, y la zarandeo.
Nada. Está a medio tapar con la manta. La destapo del todo. El vestido recogido la deja al aire las piernas. Se lo levanto hasta la cintura. Dentro de esa ola redonda y blanca está mi hijo. Pongo los labios sobre la carne. `¿Tienes hambre, hijo?´, digo. `¿Estás despierto?´ Zarandeo otra vez a Isidora. Nada. Cojo una patata de la purrusalda. Está templada. La pongo sobre la carne y la aplasto con cuidado. Mi hijo podrá sorber el puré de patata por los poros del sudor".

Rosa María García